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Presentación del documental 'Entre caminos', anoche en la sede de COAR./JUSTO RODRÍGUEZ
Los días contados
Cultura

Los días contados

Un documental retrata la vida en la aldea de Santa Marina como "último baluarte" de una cultura rural en desaparición

J.S | LOGROÑO |

Viernes, 5 de diciembre 2008, 13:23

Para Marino, Pablo y los otros cinco habitantes de estar «aquí quietos todo el año», como ellos suelen decir al forastero, no hay nada extraordinario en su forma de vida. Las cabras, el huerto, la casa... forman parte de su rutina. Es la única vida que conocen. También el viento, el cielo inmenso y cercano, la soledad... Siempre ha sido así. ¿A quién puede interesar?

Si acaso, Santa Marina puede interesar por cuestiones prácticas:a quien quiera comprar un buen cabrito, allí se crían los mejores. Oturísticas:visitar el pueblo riojano habitado en la cota más elevada (1.223 m.) y disfrutar de un paisaje agreste. O informativas:cuando se queda sin agua en verano o incomunicado por la nieve en invierno, cosa que ha vuelto a ocurrir recientemente.

Sin embargo, Goienetxea se ha interesado por este enclave desde el punto de vista antropológico. Lo considera un núcleo de resistencia. Su documental retrata a estos hombres como los últimos representantes de una generación rural en vías de extinción. «Santa Marina asegura es el último baluarte de un territorio en un proceso brutal de desaparición».

Los muchos despoblados de los alrededores, Ribalmaguillo, La Monjía, Reinares, La Santa, Oliván, Buzarra, Dehesillas, Valtrujal... nombres rara vez recordados, dan testimonio de los estragos del éxodo rural que asoló también esta comarca a mediados del siglo pasado. «En Santa Marina, sin embargo señala, siempre ha habido gente simplemente porque, al contrario que en otros lugares, hubo quien eligió quedarse. Para ellos ha sido sencillamente una opción».

El realizador vasco descubrió el pueblo de la mano del profesor, filósofo y antropólogo vasco también Íñigo Jáuregui, conocedor de esta parte del alto valle del Jubera como pocos lugareños. Ha pasado cuatro años grabando en diversas épocas hasta completar un testimonio que, en su opinión, «será imposible repetir dentro de quince o veinte ni aquí ni en ningún otro lugar».

Yha contado cómo son los días, quizás los últimos, de unas personas que «se han convertido sin proponérselo en el último eslabón de una larga cadena y en los depositarios de un modo de vida del que no quedan muchos más vestigios».

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