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Economia

Un oligarca prudente

El presidente de la petrolera interesada en Repsol, Vaguit Alekpérov, es uno de los multimillonarios más discretos y recatados del país

R. M. MAÑUECO

Domingo, 30 de noviembre 2008, 01:46

Contados magnates rusos mantienen vínculos estrechos con el Kremlin. Vaguit Alekpérov, el presidente de Lukoil, la petrolera que pugna por hacerse con el 30% de Repsol, está en la lista de privilegiados. El célebre empresario nació en Azerbaiyán hace 58 años. Es uno de los multimillonarios rusos más discretos y recatados. Se le calcula una fortuna superior a los 13.000 millones de dólares y posee más del 20% de las acciones de Lukoil. Es quizá el más chapado a la antigua. Estudió en el prestigioso Instituto de Química y Petróleo de Bakú (la capital de Azerbaiyán) y aprendió a perforar pozos en pleno Mar Caspio junto a su padre.

La experiencia acumulada le sirvió después en Siberia para escalar puestos en el sector energético y para ser nombrado, en 1990, vicetitular del Ministerio del Petróleo y el Gas de la Unión Soviética. Llegó a ganarse el apelativo de 'Alek I' y, tras dejar el Gobierno, participó en la creación del consorcio estatal petrolero Langepás-Urái-Kogalimneft, que el presidente Yeltsin convertiría por decreto, en 1993, en la actual empresa Lukoil.

Su perfil de 'director rojo', sin embargo, no fue obstáculo para asimilar las nuevas técnicas de enriquecimiento mediante el acceso a las privatizaciones. El método era sencillo. Lo importante era situarse bien dentro de la empresa que iba a ser desnacionalizada y después lograr que algún banco prestase el dinero necesario para adquirir sus activos con la garantía de las propias acciones.

Alekpérov se alió con varios bancos, entre ellos el ruso Bank Imperial, de cuyo consejo de dirección llegó a ser miembro, y no tuvo ningún problema a la hora de encabezar la operación para hacerse con Lukoil en compañía de sus socios. Por supuesto, todo gracias a Yeltsin y a su corrupta burocracia. En 1997, Alekpérov fue acusado de evasión de impuestos, pero la cosa no fue a más por que tomó cartas en el asunto el entonces primer ministro, Víctor Chernomirdin.

La muerte, aparentemente a causa de un ataque al corazón, del vicepresidente de Lukoil, Vitali Shmidt, empañó la reputación de Alekpérov. La revista 'Nóvaya Gazeta', en donde trabajó la periodista rusa asesinada, Anna Politkóvskaya, publicó un artículo con la hipótesis de que Shmidt podría en realidad haber sido envenenado, ya que su fallecimiento favorecía en primer lugar a Alekpérov. Lo cierto es que nada se pudo probar.

Contra la prensa

El patrón de Lukoil logró caerle bien a Putin ayudándole a 'amordazar' a dos de los grandes magnates de la comunicación, Borís Berezovski y Vladímir Gusinski, enterrando así con la libertad de prensa en Rusia. A petición del Kremlin, Lukoil compró en 2001 las acciones de los periódicos y canales de televisión de Berezovski para cambiar su línea informativa o para, como pasó con el canal ruso TV-6, provocar su quiebra, aunque le obligara a perder dinero en el camino.

Alekpérov no se ajusta al patrón de oligarca mundano y frívolo que abunda en su país. Pasa muchas horas en su despacho y prefiere mantenerse lejos de las cámaras de televisión.

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