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PABLO. M. DÍEZ
Jueves, 18 de septiembre 2008, 11:34
Un nuevo escándalo de salud pública vuelve a sacudir a China, que este verano ha lucido ante el mundo su mejor y más moderna cara con los Juegos Olímpicos. En esta ocasión, se trata de un fraude alimentario que ha envuelto a las principales compañías lácteas del país y ha afectado a 6.244 bebés, que han enfermado del riñón y hasta han llegado a generar piedras en el mismo por consumir leche en polvo adulterada con melamina.
Dicha sustancia química, que se utiliza en la fabricación de plásticos y da mayor consistencia a los líquidos, fue mezclada con la leche para aparentar que tenía más proteínas, cuando en realidad resulta ser mortalmente tóxica. Y es que, debido a la ingesta de este producto, tres bebés han fallecido ya por problemas renales.
Desde que empezaron a conocerse los primeros detalles de este escándalo la semana pasada, las autoridades sanitarias han venido insistiendo en que los productos fraudulentos no habían sido exportados a otros países. Sin embargo, en Taiwán se han tenido que retirar partidas contaminadas de la leche en polvo de Sanlu y en Hong Kong han aparecido yogures de Yili con restos de melanina.
Además, el director de la Administración General de Supervisión de la Calidad, Inspección y Cuarentena, Li Chanjiang, reconoció ayer que otras dos marcas implicadas, Yashili y Suokang, habían comercializado su leche en polvo en Birmania, Yemen, Bangladesh, Burundi y Gabón. El escándalo vuelve a cuestionar el ya de por sí dudoso sello de calidad 'made in China' y pone contra las cuerdas al gobierno asiático.
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