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A. GIL
Martes, 16 de septiembre 2008, 02:32
El catedrático de la Universidad Complutense Enrique Rojas, uno de los psiquiatras de mayor prestigio del país, estrenó ayer en público la presidencia de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (Fivin) con la adhesión de las instituciones y municipios riojanos a la declaración en favor del consumo moderado de vino. Rojas no oculta su afición por este alimento y, sobre todo, por los comportamientos humanos que habitualmente se asocian a su consumo responsable: «Son incuestionables sus beneficios físicos, pero también los son los psíquicos, como elevador de ánimo, como desinhibidor e incluso como refrescante de la inteligencia».
- Desde la paradoja francesa hay decenas de estudios que relacionan vino y salud. ¿Qué hay de realidad y que hay de mito?
- Hay mucho de realidad. El vino, en primer lugar, es un alimento por encima de todo. En la dieta mediterránea uno de los grandes placeres es combinar los tres ingredientes básicos, como son el vino, el aceite y el pan. El vino es además cultura. La democracia arranca de la razón y el vino arranca de la cultura. De hecho, ya en en la Biblia, el libro más antiguo, se cuentan experiencias relacionadas con el vino.
- ¿A qué aporta más a la mente o al cuerpo?
- A ambos. El vino es antioxidante, es decir, evita el envejecimiento y la formación de placas de ateroma en las arterias que dan lugar a la esclerosis vascular. Asimismo, regula de la presión arterial, siempre tomado en condiciones moderadas, es decir, dos copas o máximo tres al día, y de un vino de cierta calidad. Se está probando ahora una acción importante sobre el parkinson, y está fuera de duda su acción eficaz sobre el aparato digestivo con los taninos, que mejoran la mucosa gástrica ante las gastritis u otras enfermedades de estómago.
- ¿Y a la mente?
- En primer lugar, es elevador del ánimo, es decir, antidepresivo. Antiguamente, el vino se comparaba con un tónico y ese concepto clásico, como sabemos los psiquiatras, tiene muchos matices. En segundo lugar, aleja los fantasmas de la mente, las cosas negativas. También es desinhibidor, mejorando el contacto interpersonal, siempre tomado con moderación. Tal y como dice Cervantes en el Quijote, en las bodas de Camacho: «El mucho vino ni guarda palabra ni cumple promesa». Y, en cuarto lugar, está la expresión clásica , es decir, el vino hace que una persona en un momento determinado tenga una mayor capacidad para que la inteligencia esté más fresca. La inteligencia es capacidad de síntesis, , que decían los clásicos (leer por dentro) y el vino produce ese efecto.
- ¿Qué nos ha pasado que bebemos menos vino, tomamos aceites de todo tipo menos natural de oliva y comemos menos pan?
- Hay muchos cosas que han influido para que esto sea así. Respecto al vino, Fivin quiere fomentar que la gente joven beba moderadamente y sepa distinguir tempranillo, garnacha, mazuelo o cabernet sauvignon. Hoy, rara vez un joven de 20 años bebe vino, sino cerveza u otros productos. En cuanto al aceite, tenemos una gran riqueza, pero mucho aceite español se vende desde Italia como hecho allí. No hemos sabido vender el producto. Sobre el pan es importante porque acompaña la dieta y es una gran fuente de hidratos de carbono. Ahora estamos viendo cómo en restaurantes se ofrecen cestas de panes diferentes con sabores diferentes y eso hay que fomentarlo.
- Hace unos años un hospital privado británico se planteó dar vino en la dieta a determinados internos. ¿Una locura?
- No. El problema es que hay algunos pacientes que toman determinados fármacos que no deben tomar vino. Es incompatible con antibióticos, con antidepresivos o ansiolíticos. Sin embargo, recomendado para la gran mayoría de personas. Uno de los grandes placeres de la vida es la comida y una comida sin vino es como una vida sin lectura. La cultura entra por la lectura, ya que retiene mucho más que lo que sólo se ve, y el vino es cultura.
- Otros expertos, también médicos, sostienen que vino es alcohol y defienden que el resveratrol, por ejemplo, está en otros productos o fármacos ¿Es lo mismo?
- El problema es que se confunden hechos e intenciones. El vino tiene efectos saludables, pero siempre con moderación. Si el consumo es responsable y la persona no tiene ninguna contraindicación patológica ayuda a corregir muchas anomalías y enfermedades.
- ¿Qué opina de las campañas antialcohol desde las instancias sanitarias europeas y españolas?
- Son un error. El vino no es alcohol, sino un alimento, un elevador además del tono vital. En esas campañas se mezclan hechos con intenciones, ya que el vino tiene un componente cultural incuestionable que no se tiene en cuenta.
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