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Soldevilla, ayer en un momento del recorrido. / JONATHAN HERREROS
Agua con firma
LOGROÑO

Agua con firma

La Asociación Amigos de La Rioja realizó ayer una visita guiada por los guardacaños de Logroño, algunos de ellos del siglo XIX

J.AGOST

Lunes, 26 de mayo 2008, 02:36

Oir el grito de «¿agua va!» y apartarse era requisito imprescindible para no verse salpicado por todo tipo de desperdicios (aguas mayores y menores incluidas). La falta de cuartos baño obligaba a los vecinos de las viviendas a este tipo de evacuación. Una práctica que en el siglo XV comenzó a regularse. El vaciado debía realizarse previo aviso y de noche. Y las multas en caso de incumplimiento no eran menores: 4 años de exilio a los dueños, y a los criados, 6, que además podían ser azotados en público.

Para no llegar a este extremo, en el Logroño del siglo XIX ya se comenzó a aplicar una normativa municipal que obligaba a los que hicieran reformas en las casas a canalizar las aguas por las calles o por los patios interiores. En 1870 este requerimiento se completó con una ley que imponía a los Ayuntamientos la construcción de alcantarillas.

Durante este periodo y a lo largo de todo el siglo XX es cuando surgen los guardacaños, protecciones para bajantes realizadas en hierro fundido, y de unos dos metros de altura. «En Logroño en este sentido fuimos unos privilegiados, ya que en la ciudad contábamos con dos fundiciones, Marrodán y Rezola y Casa Elías, que se dedicaban a este tipo de trabajos», explicaba ayer Federico Soldevilla, presidente de la Asociación Amigos de La Rioja, y guía de la visita que se realizó por los guardacaños existentes en los edificios.

En mejor o peor estado, estas protecciones suelen llevar impreso el nombre de su fabricante o su anagrama, que en el caso de las dos empresas riojanas es una flor. A estas peculiaridades se suman los añadidos ornamentales que los complementan y que «hacen de los guardacaños elementos muy singulares», señalaba Soldevilla.

El recorrido comenzó en la calle del Cristo, para discurrir por la calle del Carmen, Travesía de Ollerías, San Juan... Como indica una de las coletillas de esta asociación, la historia de una ciudad no sólo está en los libros, sino también en cada uno de sus rincones.

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