Secciones
Servicios
Destacamos
JOSÉ MANUEL LEÓN MELIÁ
Miércoles, 7 de mayo 2008, 02:22
Triunfadora en el último festival de cine español de Málaga. Se trata del debut prometedor del joven realizador, F. Javier Gutiérrez, hasta ahora conocido por sus cortometrajes, presentes en muchos certámenes en este formato.
La película te arrolla. Te deja seco; en el sitio, sin palabras. En la butaca experimentas sensaciones positivas y expectantes. A pesar de la trama y su atmósfera áspera y agreste, disfrutas. Te lo pasas bien porque se trata de una ópera prima cortante y directa. Sacude latigazos de buen cine y gracias a su penetrante aspecto visual eludes la responsabilidad de analizar el guión, con algún que otro agujero que se toma sus licencias y arbitrariedades para bien del tono de la historia. No saldrán defraudados los espectadores que elijan este título como preferido para una sesión de entretenimiento. Porque su realizador, un chaval con unas inquietudes y ganas que se dejan intuir en su trabajo, te atrapa la mirada y narra, con estilo afilado y sin concesiones, un cruel relato de rencores y venganzas de alta tensión.
El motivo que pone en marcha esta salvaje fábula sobre la redención y el coraje dormido, amén de una breve y cariñosa pincelada de amor, es la fulminante noticia de la llegada en apenas 36 horas de un meteorito que va a chocar con la tierra y la humanidad se va ir al carajo. Tiene arranque de cine de catástrofes. De cataclismo. Del advenimiento del Apocalipsis, frecuente en el entretenido cine norteamericano de la década prodigiosa de los setenta. Pero el novel Javier Gutiérrez elude la espectacularidad por evidentes razones de presupuesto y con el talento que le sobra plantea una historia casi íntima, porque se escucha con facilidad los 'quejíos' de los personajes. Gente sencilla, trabajadora, de pueblo. Se percibe y se siente su dolor; también su desesperación y los imborrables sentimientos del pasado. En sus gestos, muecas, diálogos, se habla de sufrimiento y desesperanza. Para colmo de males y desgracias, el fin del mundo y su consiguiente paranoia, libera de la cárcel a monstruos (como el abominable Josef Fritzl austríaco) que eligen para su última fechoría desparramar por el suelo andaluz los sesos de quienes lo enviaron a prisión. Así, Eduard Fernández, como el malvado 'El Soro', pondrá en alerta el heroísmo de una familia aterrada sólo con adivinar la presencia del psicópata.
3 días
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Horarios, consejos y precauciones necesarias para ver el eclipse del sábado
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.