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MUNDO

China arremete contra EE. UU. por exigir el fin de la «represión» en Tíbet

Una resolución del Congreso estadounidense denuncia el «aplastamiento de los no violentos», mientras Pekín se indigna y pide que condene a la «camarilla» del Dalai Lama

PABLO M. DÍEZ

Sábado, 12 de abril 2008, 02:55

El conflicto del Tíbet, que ya le ha estallado a China en los meses previos a los Juegos Olímpicos de Pekín, amenaza con dejar al régimen comunista aislado ante el mundo. Y no sólo en la ceremonia de inauguración, objetivo del boicot y de la que ya se han descolgado importantes mandatarios como el primer ministro británico, Gordon Brown, o el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, sino también debido a sus frágiles lazos internacionales.

En esta creciente presión sobre el Gobierno chino, el último aldabonazo ha procedido del Congreso de Estados Unidos, que el miércoles aprobó una resolución instando a Pekín a «finalizar el aplastamiento de los manifestantes tibetanos no violentos» y a detener la «represión» cultural, religiosa, económica y lingüística en dicha región. Además, la declaración tilda de «desproporcionada» la respuesta a los disturbios en Lhasa (capital del Tíbet), los peores en dos décadas, y critica la muerte de cientos de personas y la detención de miles, pero sin llegar a aclarar sus fuentes de información para manejar estos datos.

La resolución fue promovida por la portavoz del Congreso, Nancy Pelosi, quien recientemente se reunió con el Dalai Lama en la ciudad india de Dharamsala, donde el líder budista permanece en el exilio, y fue recibida como una heroína por los numerosos refugiados tibetanos que viven en esta estación de montaña enclavada a la sombra del Himalaya. De hecho, los carteles de bienvenida a Pelosi aún cuelgan en las empinadas calles de McLeod Ganj, la antigua base de las tropas coloniales británicas donde hoy se ha instalado el Gobierno tibetano.

Gran satisfacción

Mientras la resolución del Congreso norteamericano ha sido acogida con gran satisfacción entre los habitantes de Dharamsala, en China ha caído como un auténtico jarro de agua fría que ha enervado al régimen comunista. Buena prueba de su enfado lo refleja el comunicado que la portavoz del Ministerio de Exteriores, Jiang Yu, difundió ayer en la página web oficial del Gobierno. En ella, las autoridades de Pekín muestran su «fuerte indignación» porque la Cámara de Representantes había dirigido «unas acusaciones intencionadas contra el control legal de los graves incidentes violentos y criminales en el Tíbet e interfería en los asuntos internos de China».

Además, Jiang Yu criticó al Congreso de EE. UU. por no condenar a la «camarilla» del Dalai Lama, a quien Pekín acusa de planear la revuelta tibetana para aprovechar la gran repercusión mundial de los Juegos Olímpicos y forzar al régimen a dialogar con el Gobierno tibetano en el exilio.

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