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MIGUEL LORENCI
Sábado, 8 de marzo 2008, 02:13
«Con esta novela he cantado bingo». Montero González (Madrid, 1965), un francotirador de la literatura, un
navajero de la palabra
Pólvora Negra
-¿Montero Glez deja con este premio de ser un escritor para selectas minorías?
- Sí. Para eso me presenté. Hasta ahora era un escritor de capillitas, de culto según algunos. Con este premio extiendo esas capillitas. He sido en el articulismo lo que Vázquez Montalbán llamaba un «ruido dentro del canal único de información». Un 'nudo de resistencia', que diría el subcomandante Marcos. En la literatura soy la china en el zapato de los propietarios de los grandes salones literarios. Me había presentado al Nadal dos veces, con
Sed de Champán
Cuando la noche obliga
Manteca colorá
Pólvora negra
-¿Se puede ser esa china en el zapato y vender decenas de miles de libros?
-Sí. Escribo para se ser leído. Me da igual si mis libros se venden, se roban o se piratean. Si se venden en los semáforos del Perú, estaré satisfecho. Me he dejado la piel y la vida para ser escritor sin renunciar jamás a hacer lo que me ha dado la gana. Ni nadie me lo ha puesto fácil, ni me arrepiento de nada. Si volviera a nacer, volvería a cometer los mismos errores.
-
Pólvora negra
-Es un homenaje al movimiento libertario que participa de ambos géneros. Es histórica, porque la reconstrucción es exacta y escrupulosa, pero es de género negro. Como todas mis novelas, bebe en Dassiel Hamett, Ross MacDonald, Fernando González Ledesma... La novela negra me fascina. Es lo que leo y lo que me ha formado. Así que es histórica con una base policíaca muy, muy negra. Su verdadero protagonista es un policía, el teniente Beltrán -un auténtico hijo de puta que investigará el atentado al que le faltó el luto de una uña cambiar definitivamente la historia de España- y la Chelo, una camarera que dará pistas cruciales para llegar a Mateo Morral.
-¿Es un genuino producto Montero Glez?
-Sí, aunque cambie de registro y no se desarrolle en la época actual, tiene mi marchamo. Entra en lo que yo mismo defino como 'folclore cósmico'. El estilo no es algo aparte del fondo. La historia elige cómo ha de ser contada. Si das con la forma, aciertas. En mi caso el estilo es una conquista. Está imbricado en una tradición que se remonta a Quevedo y llega a Valle-Inclán, Cela y Umbral. Todos ellos conviven en mí y se matan a cada rato.
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