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L. SZ. GAMARRA
Viernes, 11 de enero 2008, 01:29
Hay individuos que hacen de su vida un abrazo estrecho con la fortuna, con el negocio y la astucia mercantil. Tal fue el caso de Salustiano Orive, que levantó un altar al beneficio empresarial desde sus modestos inicios como telegrafista de Haro, hasta forrarse en Bilbao con su invento del elixir Licor del Polo.
Salustiano Orive y Oteo nació en 1842 en Briones, de familia de labradores. Aplicado estudiante, ejerció de telegrafista, y cursó como alumno libre la carrera de farmacia en la Universidad de Madrid. Salustiano estudiaba la carrera de noche, y metía los pies en una palangana de agua fría para vencer al sueño.
Casado con la riojana Vicenta Ontiveros, se estableció en Bilbao, donde en 1870 abrió su botica de la calle Ascao, la más próspera de Bilbao, y luego otros múltiples negocios, como su establecimiento de baños higiénicos, el llamado Balneario Permanente de Salustiano de Orive, que en su propaganda decía: «Baños hidroterapéuticos a la altura de los mejores de Europa. Cuartos pintados al óleo. Bañeras de mármol. Ropa colada y caliente al que la solicite. Lujosos tocadores. El bañista tiene derecho por el precio de un billete a una superior jaboneta y a la acreditada agua de colonia Orive», que era por entonces la colonia de moda en Bilbao.
Cabalgando en el negocio, montó una lechería y casa de labranza en Erandio, invirtió en ferrocarriles de vía estrecha, adquirió solares, terrenos rústicos..., Salustiano, desde su farmacia de la calle Ascao, se había hecho millonario a toda prisa vendiendo frasquitos de Licor del Polo.
Un tipo laborioso, perseverante investigador, ingenioso publicista que se adelantó a su tiempo como pionero de la propaganda. Entre otras ocurrencias, contrató durante la Semana Grande de Bilbao a un negro de Guinea y le colgó, sujeto de sus dientes, de lo alto del Puente Colgante, con un cartelón que justificaba la fortaleza de semejante dentadura por la eficacia de su elixir para la higiene dental. Orive empapeló los periódicos con sus ingeniosos anuncios, con sus rimas chistosas. Original en obras y palabras, dejó como aroma vital, además de su famoso elixir, una herencia caudalosa de miles de duros y un chorreo de donaciones y legados testimonio de su generosidad.
Militante republicano federal, así se lo hizo saber al Rey Don Alfonso XIII cuando el monarca le felicitó en la Exposición Universal de Barcelona; allí, Salustiano instaló una fuente que manaba Licor del Polo de Orive, y su producto fue premiado 'sólo' con medalla de plata, según él mismo afirmaba, en castigo por su confesión de republicanismo a Alfonso XIII, Rey Borbón. Nuestro genio se solazaba en sus principios: republicano federal y ateo practicante, en su aversión a las religiones en general y a la católica en particular, que era la que conocía.
Orive, además, era un furibundo pleiteador: contra sus yernos, contra vecinos, contra productos de la competencia a los que acusaba de copiarle sus fórmulas. Por falsear testigos, los jueces terminaron por desterrarlo de Bilbao Y se vino aquí, a Logroño, donde levantó su nueva fábrica, 'Laboratorios Orive', y su chalé de la hasta hace bien poco carretera de Soria, donde murió rodeado de albaceas testamentarios y gabetas con papelotes.
Su casa aún se mantiene en pie, sitiada por chalés adosados, y próxima a la veteranísima empresa 'Harinas Teófilo Azofra, S.A.'. El famoso 'Licor del Polo', vendido a la Henkel-Schwarkorpf, existe como marca, pero alterada su alma decimonónica, el Licor tiene otro sabor, otros aromas, distinto envase y distinta fórmula magistral.
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