Un equipo sin opción

En este juego uno depende mucho de sus opciones. En ataque, sobre todo. Un equipo mueve el balón como si jugara al mus: intenta engañar al contrario y venderle un farol para, mientras tanto, buscarse la baza por otro lugar.

Pero eso depende de tener opciones, de que el de enfrente se crea que puedes hacer muchas cosas distintas y que intente defenderlas todas, lo cual es casi imposible. Porque si resulta que no tienes más que una baza, y que encima el colega de enfrente se ha dado cuenta, estás perdido. Sabe que sólo puedes hacer una cosita, y cuando intentes hacerla te estará esperando. Y así, perderás.

Al Naturhouse le pasó ayer algo similar. Los riojanos se plantaron en Antequera con un montón de cartas, pero al final resultó que eran casi todas de mentira. Porque parecía que podía tirar desde el exterior, pero era bola: Fis y Belaustegi, sobre todo, hicieron una noche para olvidar, repleta de malas decisiones y lanzamientos horribles.

También parecía que podían jugar al extremo, (los cuatro que hay en este equipo tienen gol) pero de eso ni se acordaron. El Naturhouse no tiró desde le posición de extremo hasta el minuto 55, con la pescadería más que vendida.

Parecía, en fin que podía jugar con el pivote, y eso era cierto. Oneto hizo otro partidazo, y Alonso estuvo muy bien. Pero cuando Antequera se dio cuenta y cerró el centro de su defensa, se acabó el carbón.

Como siempre

Eso fue en la segunda parte. La primera se había parecido mucho a todos los Antequera-Logroño que en el mundo han sido. Partidos a cara de perro, con el marcador en un puño y la grada ruidosa a más no poder. El Naturhouse vivía del contraataque (muy bien Masachs) y de los pivotes. Pero ya se empezaban a ver grietas. Julio Fis firmaba 1 de 5, Belaustegi 0 de 4 y Guardiola 0 de 2. Fis, sobre todo, añadió a la cuenta unas cuantas malas decisiones. Tras un último minuto tonto, el Antequera consiguió despegarse tímidamente (15-13) al descanso.

El técnico local, Antonio Ortega, perro viejo, supo ver el farol del Naturhouse. Ordenó a sus hombres dar un paso atrás, poner un muro de brazos y cerrar el candado en torno a Oneto. La jugada le salió porque Fis y Belaustegi seguían a lo suyo, que era fallar, aunque el vasco supo cambiar de repertorio para tirarse de cabeza contra la defensa.

En el otro lado, mientras, Antequera enseñaba qué es un lateral decisivo. Rune Ohm se llama el chaval, capaz de hacer 6 goles sin fallo en la segunda mitad. Entre él, el genial Jorge García Vega (pedazo de central que, si Dios existiera, estaría en la selección) y un Michael Jahns por fin en vena contra Logroño, martirizaron a la defensa

La ventaja se fue abriendo hasta los 4 ó 5 goles con los que viviría el resto del encuentro. El Naturhouse se dio cuenta pronto de que no tenía opciones, y acabó cometiendo tonterías mosqueantes. Lo bueno: que lo visto en el Palacio muestra que se pueden hacer las cosas mejor.