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PABLO ÁLVAREZ
Domingo, 9 de septiembre 2007, 15:26
Y con esto, señoras y señores, se acabó la gaseosa. Ya no hay espacio para más pruebas; una semanita más de trabajo, y la Asobal caerá sobre el Ciudad de Logroño. Si será un aterrizaje suave o si parecerá que el cielo se le ha desplomado, es cosa de esperar y ver. Por ahora, cerrando con lo de ayer en Lecumberri ante el Portland, el diagnóstico parece evidente: este equipo está verde.
Se podría decir, repitiendo el tópico de las malas crónicas, que el Ciudad tiene el mismo grado de maduración que las uvas de su Rioja natal. Promete, anda bien de color y mejora de salud, pero aún le queda mucho para coger el grado necesario.
Los de Jota González están aprendiendo un nuevo abecedario, y por ahora no han conseguido llegar a la Z. Recitan de carrerilla hasta que, de pronto, tropiezan y se pierden. Pasa así en defensa: alternan momentos muy grandes contra equipos muy fuertes -como casi todos los que se le han enfrentado este verano- con fallos de bulto. O en ataque: juegan bien, dan la impresión de saber qué quieren y trenzan jugadas de mucho mérito. Pero de pronto pierden balones, se desesperan y parecen una pandilla de críos en el patio del cole.
Ayer, con el Portland, pasó eso. Hubo más continuidad, a Dios gracias, que el miércoles ante Arrate. Se jugó mejor, y también es cierto que el equipo que estaba enfrente era mucho mejor. Pero al Ciudad le condenaron sus regalitos en ataque. El mismo Isaías Guardiola que hace unos días fue la estrella de su equipo puso ayer la cruz de la moneda, perdiendo infinidad de balones tontos. No fue el único, porque la primera línea en pleno anduvo fallona.
De siete... y Julio
Esas cosas, ante el Portland, te hacen perder de siete goles. Contra un equipazo hace falta mucha continuidad, y ésa es la cruz del Ciudad. Cuando todo lo que se hace bien se haga durante más tiempo, los franjivinos (¿para cuándo las camisetas de verdad, por cierto?) se parecerán más a lo que prometen.
De Lecumberri se puede sacar una buena noticia. Julio Fis volvió a jugar, tras un año en seco. El cubano tiene aún un camino por recorrer: juega al tran tran, salta poco y finta lo justo. Pero su brazo es mortal, el más despiadado de la Asobal sin ninguna duda. Dos porterazos como Svensson y Matosevic vieron muchos de sus balones, pero no fueron capaces de sacar ni uno.
En fin. Todo este equipo tiene mucha capacidad de mejora, y eso es lo bueno. Enseñan cosas realmente bonitas, que por ahora quedan sin rematar. A falta por ver si la Asobal les dará margen para terminar de coser los remiendos. No queda mucho para saber la repuesta.
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