De La Rioja a Ecuador

Tras dos años en la misión que la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño tiene en Shell-Mera (vicariato de Puyo), en la provincia de Pastaza (Ecuador), el sacerdote riojano Jesús Javier Alesanco ha regresado para pasar unas merecidas vacaciones. Asegura que el balance de su experiencia como misionero es muy positivo y que le queda mucho por aprender y por hacer.

El religioso define así la mayor diferencia que ha encontrado: «Aquí nos creamos las necesidades y no valoramos lo que somos y tenemos; sin embargo allí, las necesidades ya las tienen y saben valorar lo que es la persona».

Respecto a la situación que se vive con la emigración, Alesanco dice que «España es el sueño dorado, otra cosa es que luego se convierta en un infierno para los que no vienen en condiciones porque pueden pasar de ser libres a esclavos».

Mejorar la alimentación

Asimismo comenta que «Ecuador tiene unos ingresos de los emigrantes superiores al producto interior bruto. Una de las principales fuentes de ingreso procede de España y esto lo reflejan los propios diarios del país».

Los misioneros se dieron cuenta hace tiempo de que muchos niños se quedaban dormidos en las escuelas de las comunidades indígenas sobre las 10.30 o las 11.00 de la mañana (allí la actividad diaria comienza a las 6:00 y termina a las 18:00). El motivo por el que se dormían era el hambre.

Los indígenas tienen la costumbre de no hacer nada porque la selva les da lo mínimo para sobrevivir (bananos, papayas, yuco y escasamente caza). Pero la alimentación resulta escasa y pobre sobre todo para los niños.

Por ese motivo los sacerdotes iniciaron unos proyectos basados en la cría de pollos con el objetivo de mejorar la vida de los niños e implicar y motivar a los mayores. El resultado fue positivo y el año pasado se construyeron quince criaderos de los que se han asentado doce. Ahora pretenden incentivar también la cría de gallinas y el cultivo de huertas.