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VANESSA RUIZ
Jueves, 26 de julio 2007, 13:23
A pesar de ser verano, la mañana del domingo que hemos elegido para realizar el descenso del Leza es fresca, más aún si tenemos en cuenta que tendremos que darnos algún chapuzón que otro. Una vez organizado el grupo y distribuidos en coches nos dirigimos a la localidad de Leza de Río Leza, en el corazón del valle riojano que lleva el mismo nombre. Nos espera un día intenso en contacto directo con la naturaleza, en uno de los parajes más espectaculares de La Rioja. En esta ocasión disfrutaremos de los cortados habitados por cientos de buitres desde lo alto, no desde las alturas, sino desde el propio cauce, ya que descenderemos hasta la profunda garganta del barranco para recorrer el sinuoso y angosto río. Nos rodean imponentes paredes en las que el buitre leonado es el rey, su elevada población, además de la presencia de otras aves rupícolas, hizo que el lugar fuera declarado hace unos años Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y que hoy forme parte de la Red Natura 2000. Además, y como una nueva puesta en valor de sus características ecológicas, paisajísticas y culturales, este valle, junto con los del Cidacos, Jubera y Alhama fue declarado en el año 2003 Reserva de la Biosfera por la Unesco.
Queda claro que a la travesía atractivos no le faltan. Para llegar al inicio de la ruta deberemos llegar hasta la localidad de Soto en Cameros, lo más recomendable es ir con dos coches y uno de ellos dejarlo en Leza de Río Leza. Una vez en la plaza de Soto, bajaremos hasta el río para descender por su cauce. A su paso por Soto, en esta época, el río no lleva demasiado caudal, por lo que el camino será al principio pedregoso. Llega un momento que el río se hace invisible debido a un sumidero natural. A lo largo del trayecto pasaremos por alguna poza en las que, por el momento no es obligado zambullirse. Pasado el barranco de Trevijano, poco a poco el cañón se va estrechando y deja ver grandes piedras con curiosas formas creadas por la erosión del agua. Llega el momento del obligado chapuzón en un atractivo desfiladero, si el calor aprieta nuestro cuerpo lo agradecerá.
Fuentes del Restauro
Tras unos metros llegamos a las Fuentes del Restauro, una surgencia natural que conforma un paraje de gran belleza, el agua brota de dos o tres caños en la roca y este es un lugar magnífico en el que pasar un buen rato, disfrutar del agua y descansar. Nuestro camino continúa por el cauce del río y poco después de las Fuentes del Restauro llegamos a una presa donde se inicia un sendero en la margen izquierda que nos llevará hasta la localidad de Leza. Al final del trayecto tenemos dos alternativas, continuar la senda o bajar de nuevo al río para llegar al puente de Leza y darnos allí el zambullido final en una poza sólo apta para aquellos que saben nadar. Nuestra aventura por el Leza ha terminado por hoy, pero seguro que no será la última.
El descenso del río Leza no requiere grandes conocimientos técnicos por ello resulta muy adecuada para todas las edades, no requeire material sólo saber nadar. Bien es cierto que, como siempre, hay que seguir unas precauciones básicas: asegurarnos de cómo está el cauce, llevar ropa y calzado adecuado, protección solar, etc. En primavera, sobretodo si ha llovido en días previos, conviene informarnos, sobre el caudal del río antes de realizar la travesía, además el río puede llevar agua en todo el recorrido por lo que se recomienda el uso de neopreno.
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